Rezar la novena al pie del pesebre y destapar los regalos al lado del arbolito de Navidad son tradiciones que han pasado de generación en generación y se han convertido en una excusa para compartir con familiares y vecinos pero, ¿se ha preguntado de dónde salen estos símbolos?
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Tanto el pesebre como el árbol han evolucionado y cambiado dependiendo del país y la cultura, pero aunque pase el tiempo, continúan representando la magia de la Navidad y la unión familiar.
¿De dónde viene el pesebre?
Esta representación del nacimiento de Jesús proviene de una pequeña ciudad italiana llamada Greccio. Allí, en el año 1223, el monje San Francisco de Asís, santo de la humildad y la pobreza, y guardián de los animales, reunió a los vecinos para recrear la escena con personas reales y animales. A su alrededor realizaron cantos y oraciones.
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Por muchos años la representación fue realizada por personas y animales reales, pero fue evolucionando hasta las imágenes que se encuentran en cada hogar hoy en día.
“El pesebre es la reconstrucción de del hecho histórico que trae la Biblia, en la que Jesús, en un acto de humildad no solo se hace hombre sino que nace muy pobre. Esto ocurre con ocasión de un viaje a Belén, que José y María hacen para censarse y someterse a una humillación del Imperio Romano que les obligaba a ir al sitio de origen. Entonces allí, les tocó el parto. Dice la Biblia que no hubo lugar para ellos en la posada, es decir, no había un lugar digno para una mujer encinta y entonces terminaron en donde estaban los animales. Y ahí, en un pesebre, en el sitio donde comen los animales, la Virgen dio a luz a su hijo virginalmente”, explica el teólogo y capellán de la Universidad de La Sabana, Euclides Eslava Gómez.
Dos de las figuras claves en el pesebre son la mula y el buey. Por un lado, la figura de la mula se identifica con la humildad y el buey, como el protector que mantiene el calor en el pesebre.
El árbol, un símbolo con origen desconocido
A diferencia del pesebre, el árbol de navidad tiene un origen incierto. Si bien se sabe que proviene de Europa, varios países se pelean su autoría.
El único consenso que hay es que la tradición de tener un árbol en las fiestas navideñas proviene de las fiestas paganas celebradas en el marco del solsticio de invierno que se realizaban a mediados de diciembre.
Letonia y Estonia afirman haber sido la cuna del primer árbol de Navidad. En el primero de ellos, la tradición se remonta a 1510, cuando un gremio de mercaderes paseó un árbol por la ciudad, lo decoró y después lo quemó. Estonia, por su parte, asegura que existen pruebas de un festival similar en su capital, Tallin, en 1441.
Otra de las hipótesis habla de que el árbol navideño nació en Alemania, alrededor del año 723 d.c., cuando el misionero inglés San Bonifacio se encontró en ese país con unos paganos que preparaban un sacrificio en un roble dedicado al dios Thor. Bonifacio clavó un hacha en el árbol y proclamó que una planta de hoja perenne cercana era su “árbol sagrado”.
A partir de entonces estos árboles pasaron a formar parte de los ritos cristianos en Alemania. En la Edad Media empezaron a crear “árboles del paraíso” que tenían la intención de representar el Jardín del Edén, y en el siglo XVI, Martín Lutero colgó por primera vez velas encendidas en el árbol como un símbolo de luz.
