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  • Este es el grupo de misioneras de la comunión de la Parroquia San Bartolomé de Belén Rincón, que es liderado por el padre Juan Guillermo Betancur (de negro). / FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ.
    Este es el grupo de misioneras de la comunión de la Parroquia San Bartolomé de Belén Rincón, que es liderado por el padre Juan Guillermo Betancur (de negro). / FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ.
  • Doña Ángela es una de las creyentes de Belén Rincón, que agradece que le lleven la comunión hasta su hogar. Como ella hay muchos adultos mayores en el barrio. / FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ.
    Doña Ángela es una de las creyentes de Belén Rincón, que agradece que le lleven la comunión hasta su hogar. Como ella hay muchos adultos mayores en el barrio. / FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ.
  • Doña Mariela Ramírez y don Bernardo Estrada también reciben gustosos en su hogar a las ministras de la comunión. / FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ.
    Doña Mariela Ramírez y don Bernardo Estrada también reciben gustosos en su hogar a las ministras de la comunión. / FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ.
  • Las personas con dificultades de movilidad, como Emilse, se benefician con esta labor de la parroquia. / FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ.
    Las personas con dificultades de movilidad, como Emilse, se benefician con esta labor de la parroquia. / FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ.

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¡Qué tesas! Llevan la comunión casa a casa

Rosa Restrepo, una de las ministras de la Parroquia San Bartolomé, de Belén Rincón

15 de noviembre de 2023

Mi gente

Son las 8:15 de la mañana y Rosa Amanda Restrepo ya está sentada en un costado de la Parroquia San Bartolomé, de Belén Rincón. Poco a poco van llegando otras compañeras, quienes se aprestan para llevar casa a casa la comunión, a los católicos del sector que quieren recibirla, pero que no pueden movilizarse hasta el templo.

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A las 8:30 a.m. abre las puertas de la iglesia el párroco Juan Guillermo Betancur y ellas de inmediato ingresan al templo y se sientan frente al altar.

Son 24 las ministras de la comunión, que sagradamente se reúnen todos los viernes. Algunas de ellas van con un acompañante, lo que engrosa el grupo, del cual solo hace parte un hombre, Félix Bocanumen.

El sacerdote hace una oración en la que le entrega a Dios la labor que ellas van a realizar y las personas que van a visitar. Finalizada esta, todas hacen una fila para recibir las hostias, pero Rosa, a quien acompañamos a hacer todo el recorrido, primero se va a un costado y le encomienda su día a María Auxiliadora.

“Se lleva un alivio y una compañía. Ojalá más personas se sumen a esta labor tan bonita”, dijo Juan G. Betancur, Sacerdote San Bartolomé

El padre le va entregando a cada una el símbolo sagrado, que representa el cuerpo de Cristo, para que ellas procedan a iniciar el recorrido. Este estaba guardado en el sagrario, en caja fuerte, pues subraya el padre, “es lo más valioso que hay en el lugar”.

Doloroso inicio

Sin tiempo de espera Rosa Amanda sale a paso veloz falda arriba para iniciar el recorrido. En la primera estación debe pedirle a una vecina que le entregue las llaves de la casa de enseguida donde la espera una señora, que está cuasi postrada en la cama y sola, dado que su hijo tuvo que madrugar a conseguir el sustento.

Doña Ángela es una de las creyentes de Belén Rincón, que agradece que le lleven la comunión hasta su hogar. Como ella hay muchos adultos mayores en el barrio. / FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ.
Doña Ángela es una de las creyentes de Belén Rincón, que agradece que le lleven la comunión hasta su hogar. Como ella hay muchos adultos mayores en el barrio. / FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ.

“Por eso es que debemos tener el acompañante, para evitar ensuciarnos las manos al tocar y para cosas como esta”, comentó Rosa, a la que le pedía al reportero gráfico de Q’HUBO que le ayudara a abrir la puerta.

Aunque el ideal es que dos personas hagan el recorrido, como el personal es limitado, ella y otras compañeras debieron hacerlo solas.

“Hola, llegó el Señor... quiere agüita, venga yo la ayudo a sentar”, dijo Rosa. Su interlocutora no habla y se queja, pero ella parece entenderle. Tras traerle agua y hacerle una pequeña oración, le brinda la comunión.

“La ayudo a acostarse, o se queda así... por qué está llorando, queda en la compañía del Señor”, expresó. Acto seguido sale del lugar con los ojos llorosos: “Esta señora es el caso que más me cuesta a mí, me pidió que no la dejara sola”.

Baja las escalas y le devuelve las llaves a la vecina de este domicilio, al paso que le pide que por favor le dé vueltica, que la vio muy triste. Aunque quisiera quedarse, Rosa no tiene más alternativa que seguir su recorrido, pues aún hay católicos que la esperan con ansias.

Doña Mariela Ramírez y don Bernardo Estrada también reciben gustosos en su hogar a las ministras de la comunión. / FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ.
Doña Mariela Ramírez y don Bernardo Estrada también reciben gustosos en su hogar a las ministras de la comunión. / FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ.

Incansable

Su caminar es rápido y al vernos algo relegados, dado que a la par que andábamos tomábamos nota, reconoce que “es un poco acelerada” y que, en ocasiones, cuando sale con acompañantes de mayor edad que ella, debe regularse, pues sin intención termina botándolos.

En la segunda estación se repite la rutina: “Este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo...”.

Allí la esperaba Doña Angélica, quien tiene oxígeno y expresó su satisfacción por la visita: “Avemaría es una alegría muy grande, que haya quien traiga la comunión”.

Allí cerca, Emilse también la esperaba con ansias en su silla de ruedas. Ella al igual que su familia, agradecen este gesto.

La siguiente visita resultó fallida. Don José no pudo recibirla “porque se lo tuvieron que llevar para urgencias, porque tenía agua en un pulmón”.

Las personas con dificultades de movilidad, como Emilse, se benefician con esta labor de la parroquia. / FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ.
Las personas con dificultades de movilidad, como Emilse, se benefician con esta labor de la parroquia. / FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ.

El recorrido sigue, pues cada una de estas ministras debe visitar cerca de 10 hogares; de ahí la importancia de que más personas se sumen a esta labor, dado que la mayoría de quienes la realizan son mayores y les cuenta hacer trayectos extensos.

Ante la tardanza para abrir la puerta en la siguiente morada, ella no se vara: “Doña Mariela”, grita Rosa a todo pulmón, desde la calle con dirección al balcón. Automáticamente la puerta se abre y ella ingresa. La solicitada apenas acabó de salir del baño y tocó esperarla unos minutos.

Con la amabilidad propia del antioqueño nos mandan a sentar, pero Restrepo permanece parada y nos explica que “una de las primeras indicaciones, es no recibir ni agua y menos sentarse”.

Finalmente, doña Mariela Ramírez y su esposo Bernardo Estrada reciben la comunión, luego de la oración pertinente en la que Rosa también encomendó al equipo periodístico de Q’HUBO, que en este recorrido fue fiel testigo, de que la fe mueve montañas y ayuda escalarlas.

6045018720 es el teléfono de la Parroquia San Bartolomé, para quienes se quieran sumar a esta labor.
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