En Guarne todos tienen el corazón arrugado. Este viernes, 21 de noviembre, el municipio despidió a Roger, el perrito criollo que por años se convirtió en el consentido del Inder y en el famoso “recogebolas” que acompañaba las canchas como si fuera un deportista más.
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Roger llegó un día cualquiera, sin anunciarse, y terminó encontrando en el instituto su hogar. Desde entonces fue imposible no verlo corriendo detrás de una pelota, acompañando a los entrenadores o acostado bajo la sombra viendo los partidos. Allí encontró comida, refugio, cariño y, sobre todo, una familia que lo adoptó sin condiciones.
Quienes lo conocieron dicen que llenaba de vida cada espacio. “Roger era pura alegría, siempre moviendo la cola, siempre buscando con quién jugar”, contaron desde el Inder, asegurando que más que una mascota, se convirtió en un compañero fiel para deportistas, trabajadores y visitantes.
Pero en los últimos meses, su salud empezó a deteriorarse seriamente. El Inder relató que, pese a todos los cuidados y tratamientos, su bienestar ya estaba comprometido y el dolor no lo dejaba vivir tranquilo. Por eso, después de analizarlo con cariño y responsabilidad, tomaron la decisión más difícil: dejarlo partir sin sufrimientos.
“La decisión no fue fácil, pero fue un acto de amor”, explicó la entidad, que también agradeció a cada persona que lo cuidó, lo alimentó y lo hizo sentir en casa durante todos estos años. Para muchos, Roger no era solo un perro del Inder, sino parte de la comunidad, un amigo que siempre estaba ahí.
El instituto recientemente había realizado un homenaje especial para recordarlo como lo que fue: un perrito noble, juguetón y lleno de energía, que encontró en el tenis su pasión más grande.
“Descansa en paz, amigo. Ahora corres libre, sin dolor”, expresaron voceros del Inder en su despedida.
Hoy Guarne recuerda a Roger con nostalgia, pero también con gratitud. Su huella quedó marcada en cada cancha, en cada pelota y en cada persona que tuvo la fortuna de cruzarse con él.
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