Yainibis Bello encontró en la reflexología no sólo una forma de ganarse la vida, sino también un camino para sanar cuerpos y almas. Su historia está llena de aprendizajes, raíces culturales y mucho esfuerzo, un ejemplo de cómo los saberes ancestrales pueden convertirse en una herramienta para emprender en tierras nuevas.
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Creció rodeada de historias de sanación, ya que su abuela, descendiente de los indígenas Timoto-Cuicas, usaba plantas medicinales y conocimientos heredados para aliviar dolores en la familia. Así llegó a la reflexología, técnica que se basa en la conexión entre los pies y el resto del cuerpo.
Al llegar a Colombia, enfrentó las dificultades comunes de quienes migran: la incertidumbre, el miedo a lo desconocido y la necesidad de encontrar un sustento. Yainibis enfrentó grandes desafíos, ya que su primera impresión de la ciudad fue de desorientación y miedo, pero también de oportunidad.
Comenzó trabajando en un spa, donde además de realizar masajes, descubrió su talento para conectar con las personas y aliviar sus dolencias. A pesar de las dificultades, como largas jornadas y bajos ingresos, encontró que las personas disfrutaban de su talento, por lo que empezaron a solicitarla, eso la empujó a crear su emprendimiento, ‘Relax Yain’, un espacio donde ofrece terapias reflexológicas y ayuda a las personas a aliviar dolencias físicas y emocionales.
“Mis manos no se cansan porque no solo hago masajes, hago terapias”, explica. Su enfoque incluye no solo el alivio físico, sino también la escucha activa, ayudando a sus pacientes a liberar tensiones emocionales.
Yainibis aprovecha cada oportunidad para capacitarse, en total tiene 76 cursos en múltiples áreas, como estilismo, cocina, coctelería, entre otras. Aunque asegura que le falta conocer más, sobre todo en temas de mercadeo, para continuar creciendo en la ciudad.
“No le he metido todavía el marketing que sé que es una de mis debilidades en cuanto al emprendimiento, pero no lo quiero hacer todavía. Quiero terminar de potencializar todo lo que es herramientas, mi deseo es enseñar a las personas que adoran el arte de poder sanar”, explicó.
A través de su página de Instagram, que creció orgánicamente, comenzó a construir una comunidad de clientes fieles.
/ FOTOS: SOFÍA PATIÑO, MARÍA JOSÉ CORREA Y CAMILO CASTELLANOS
Su visión va más allá de atender consultas. Yain, como la conocen todas sus clientes, quiere crear una línea de productos naturales y formar a nuevas generaciones en este arte de sanar, compartiendo un legado que trasciende fronteras, dejando un impacto positivo en la comunidad y demostrando que, con esfuerzo y dedicación, los sueños son posibles.
Si busca aliviar tensiones, conectar con su bienestar o simplemente conocer más sobre este arte ancestral, ella es el ejemplo de que las manos pueden sanar tanto como las palabras.
Esta historia es posible gracias a la Fundación El Buen Pastor y contó con la participación de los estudiantes de Comunicación y Lenguajes Audiovisuales del 2° semestre del curso Fotografía II de la Universidad de Medellín.