Por estos días, una serie de Netflix producida en Colombia se ha vuelto muy viral, pues retrata un evento histórico impresionante que no muchos recuerdan: el secuestro de un avión de pasajeros en 1973.
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En este hecho de la vida real se encuentra basada la nueva serie ‘Secuestro del vuelo 601’, que se estrenó el pasado miércoles, 10 de abril, y desde entonces se ha posicionado en las producciones más vistas.
Es una nueva apuesta de Netflix a las historias y la producción colombiana, tras el éxito que obtuvo hace algunos meses con la serie protagonizada y producida por Sofía Vergara, ‘Griselda’, que generó grandes números en buena parte de los territorios en donde la plataforma de streaming es líder.
Fue dirigida por Camilo Prince y Pablo González, los mismos directores de la serie colombiana ‘El Robo del Siglo’. Cuenta con seis episodios y es producida por Miracol Media, inspirada en el secuestro aéreo más largo y uno de los más espectaculares en la historia de la aviación latinoamericana, con más de 80 personas que viajó y aterrizó en varios lugares de Sudamérica durante el cautiverio.
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Protagonizada por Mónica Lopera y con la participación de Christian Tappan, Enrique Carriazo, Marcela Benjumea y Ángela Cano, narra desde la ficción y dentro del género del thriller los hechos ocurridos en Colombia a inicios de los años 70.
¿Cómo fue el secuestro del vuelo 601?
El avión HK-1274 de la Sociedad Aeronáutica de Medellín, más conocida como SAM, despegó el miércoles 30 de mayo de 1973 desde el aeropuerto de Bogotá, para cumplir un itinerario bastante apretado al tener que realizar varias conexiones aéreas a lo largo del día, aterrizando primero en Cali y posteriormente en Pereira, donde bajaron unos pasajeros que le dieron espacio a otros para sus próximos destinos.
Según relataron algunos de los testigos del hecho, una vez hicieron se subieron los pasajeros en Pereira, dos de ellos se sentaron en la penúltima fila del avión, se colocaron unas capuchas y sacaron armas de fuego y tras un disparo al aire gritaron: “¡Esto es un secuestro!”.
Los secuestradores mantuvieron a los tripulantes y pasajeros cautivos bajo la amenaza de hacer explotar la aeronave a menos que el gobierno colombiano liberara a 50 presos políticos y les pagara un cuantioso rescate en efectivo.
Los secuestradores se presentaron como miembros de una organización guerrillera, pero en realidad, se trataba de dos futbolistas de nacionalidad paraguaya, quienes habían llegado a Ecuador para probar suerte en la liga profesional del vecino país, pero los resultados fueron negativos.
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De acuerdo con la historia real, entre los pasajeros estaban unos ciclistas que se dirigían a una importante competencia, quienes hablaron con los secuestradores con el fin de ser liberados y poder participar de la prueba ciclística, a lo cual accedieron, por lo que el número de secuestrados disminuyó.
Según su sinopsis, ante la negativa de los líderes políticos a negociar, los agresores tomaron decisiones drásticas que pondrían en vilo la seguridad de los rehenes mientras el avión volaba sin rumbo fijo.
En medio del horror inminente, el capitán y dos valientes azafatas se vieron obligadas a luchar para devolver sanos y salvos a los rehenes y burlar a los secuestradores mientras negociaban con las autoridades.
Con información de Colprensa - El País