“Estuvimos muy de buenas”, fue la frase que más dijeron ayer los comerciantes y visitantes asiduos del Parque Bolívar, luego de que en horas de la mañana cayera un gigantesco árbol sobre una de las calles aledañas. Por fortuna, no venía pasando peatones ni carros, por lo que afortunadamente el hecho quedó en una anécdota.
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El problema radica en que la caída de este gualanday de 16 metros era una tragedia anunciada: expertos y comerciantes de la zona venían advirtiendo que ese árbol se estaba inclinando peligrosamente, pero sus quejas y denuncias no llevaron a nada.
Incluso, en septiembre del año pasado, Q’HUBO visitó la zona y constató que el centenario individuo, que es uno de los habitantes más viejos del parque pues llevaba 130 años en el lugar, tenía una curvatura peligrosa.
¿Por qué no le hacían nada?
La situación con el gualanday era espinosa porque, aunque para muchos la solución sería talarlo y hacer como si nada hubiera pasado, los árboles patrimoniales cuentan con una protección especial, tanto por su edad como por lo que significan para la ciudad. Además, de acuerdo con los informes de la Secretaría de Medio Ambiente e Infraestructura consultados en su momento, este individuo contaba con buena salud, y la inclinación se debía a un comportamiento normal debido al desgaste natural. Eso sí, hubo constantes visitas técnicas para constatar cualquier cambio.
¿Qué dicen las autoridades?
Q’HUBO consultó a las autoridades correspondientes y, si bien desde Medio Ambiente no dieron una respuesta, la Secretaría de Infraestructura respondió que hasta ayer, el árbol se mantenía sin novedad, pues todos los informes habían mostrado que contaba con buena salud, por lo que podría tratarse del fin de su ciclo de vida; sin embargo, toca esperar que los expertos analicen qué fue lo que pasó realmente.
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