Dicen que Provenza se ganó el calificativo de la calle más ‘cool’ del mundo, según la revista ‘Time Out’, por su variada oferta gastronómica y de entretenimiento. Pero eso no podría pasar si no existieran aquellas personas que hacen más cómoda y tranquila dicha dispersión.
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Caminando por este sector de El Poblado, Medellín, nos encontramos con un grupo de venezolanos, quienes se han desempeñado como meseros en este sector desde hace varios años y que han sido ejemplo de atención al público.
Encontraron calidad de vida
Uno de estos jóvenes que nos atendió se llama Reinaldo José Rojas, de 28 años de edad, quien hace ocho llegó a Medellín para encontrar otras oportunidades.
Es uno de los meseros más destacados de Ruta 35, un gastrobar de Provenza. “El sector y la ciudad me han abierto las puertas desde siempre y me ha ido muy bien. Me gusta la atención al público porque el propósito es que los clientes estén bien, que no se sientan solo como clientes sino como personas cercanas y de confianza”, comenta Reinaldo.
“Nos hemos encontrado siempre con mucha amabilidad por parte de los paisas, quienes nos han hecho sentir como en casa”.
En el sector también se encuentra Johan José Gómez, de 27 años, calificado como uno de los más carismáticos de Provenza. Viene de Los Teques, del Estado Miranda, y su buen trabajo, según él, lo convirtió en un paisa más.
“Desde mi experiencia me he encontrado con gente sonriente y muy amable y que agradece la buena atención. En 6 años que llevó acá solo me ha ocurrido una cosa negativa. Algún día llevaba mi camiseta de la Vinotinto (selección de fútbol de Venezuela) y un señor me empujó, me dijo ‘veneco’... y comenzó a insultarme. Pero fueron dos paisas los que me defendieron”.
Johan tiene un niño paisa, orgullo infinito para este padre trabajador. “Nació en la Clínica del Prado y hasta ahora tiene una muy buena vida acá en esta ciudad”.
Una evolución
Por el lugar, en la carrera 35, trabaja Naomi Michelle Márquez Sánchez, oriunda de Táchira, Venezuela. Tiene 24 años y hace tres que vive en Medellín. Asegura que al inicio fue muy difícil para ella.
“Vendía donas en un carrito y me tocaba caminar desde Sabaneta hasta La Estrella con ese carrito. A veces no vendía nada y era bastante triste. Sin embargo, hemos ido escalando de a poco y acá estoy en Provenza, un lugar que me abrió las puertas”.
Infortunadamente, hace tres años que no ve a su hijo. “Estoy trabajando duro para poder verlo pronto. Él vive con mi mamá allá en Venezuela y espero ir a visitarlos cuando pueda... lo extraño mucho”, expresa Naomi.
Tiene todas las cualidades necesarias para atender al público: extrovertida, carismática y con el don de atender al público.
“Tanto colombianos como venezolanos me han atendido bien, no solo en Provenza sino en otras partes de Medellín. La verdad es que son buenos ‘pelaos’ que hacen muy bien su trabajo”, comenta Carlos Arturo López, fiel cliente de Provenza.
Es así como estos tres jóvenes venezolanos se ganaron el corazón de antioqueños y turistas. Como dice la famosa frase: Gente que le pone el alma.
“Nuestra vida ya está en Medellín, aunque es natural que extrañemos nuestra tierra en Venezuela”.
