En Envigado, niños y adolescentes venezolanos encontraron un espacio en el que pueden soñar en convertirse en futbolistas profesionales y crecer como grandes seres humanos, más allá de su país natal.
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En el club Talentos Envigado, la disciplina y la pasión por el balompié derriban fronteras y hablan un lenguaje común que supera barreras culturales y sociales. Por eso, Fabio Alessandro y Adrián Alexánder Martínez Fernández, hermanos de las categorías sub-10 y sub-8, Sebastián Durán Hernández, de la sub-14, y Marco Aurelio Fernández Pontón, de la sub-12, se sienten seguros y en el espacio que los llevará a convertirse en jugadores profesionales.
“Lo que más me gusta del club es que tengo muchos amigos y es un equipo muy competitivo”, aseguró Fabio.
Arley Londoño Restrepo, presidente del club, explica que, aunque Talentos Envigado no cuenta con una política específica para atraer a jugadores migrantes, el club abre sus puertas a cualquier joven con habilidades futbolísticas, sin importar su origen.
“Nosotros no discriminamos de ninguna manera. Aquí tenemos venezolanos, gente de Costa Rica, de Panamá y de diferentes municipios de Colombia”, explicó Londoño, y comentó que para ellos es muy claro: las convocatorias buscan descubrir talento y los jóvenes venezolanos han demostrado estar a la altura de este desafío.
Más allá de su rendimiento en el campo, el club ha sido testigo de una integración profunda. Los muchachos se han adaptado a la disciplina, las reglas y la estructura organizativa del club y sus familias también se han involucrado en el proceso. El directivo relató que los padres son muy colaboradores y que además apoyan de forma activa a sus hijos en este proceso.
Evelyn Hernández, mamá de Sebastián; Iliana Pontón, madre de Marco Aurelio, y Natalia María Fernández Sánchez, mamá de Fabio y Adrián, son las tres fanáticas dedicadas a acompañar a sus hijos a todos los partidos.
“Mi mamá siempre me apoya, me motiva, me dice qué hacer, también mi papá”, aseguró Sebastián.
“Mi mamá es la porrista del equipo, siempre nos anima y nos apoya”, dijo Marco Aurelio.
Para ellas, además de enseñarles sobre fútbol, el club es un lugar en el que los niños se sienten cómodos, aprenden a ser buenas personas y a centrarse en lo que quieren lograr en la vida.
“La importancia que el club le brinda a cada niño independientemente de su rendimiento, ellos toman mucho en cuenta lo que siente el niño. Obvio deben evaluar el rendimiento porque es un club competitivo, pero es un equipo que les brinda una estabilidad, entonces para mí como mamá de niños pequeños que están iniciando en el tema del fútbol, es muy importante porque van a tener altas y bajas”, dijo Natalia.
Para estos jugadores, cada entrenamiento es un paso más en la búsqueda de sus sueños, respaldados por un club que valora sus talentos, sin importar de dónde vienen.
En un territorio en el que la migración venezolana hace parte fundamental de la sociedad, historias como la de estos jóvenes en Envigado muestran cómo el deporte puede ser un camino hacia la integración y el desarrollo personal.
