La decisión terminó en múltiples castigos por parte de Estados Unidos, como sanciones económicas, restricciones, cancelaciones de visados y prohibición de solicitudes nuevas de visas a colombianos, aumento a los impuestos de los productos, entre otros.
Por su parte, el Gobierno colombiano también aumentó los impuestos a los productos gringos. Las relaciones internacionales estuvieron en crisis hasta las 10:00 de la noche, cuando a través de un comunicado se aseguró que se llegó a un acuerdo.
Colombia aceptó finalmente la llegada de los nacionales deportados y con ello se suspendieron todas las sanciones impuestas; es decir, las sanciones económicas, las restricciones migratorias que afectan a los colombianos no se aplicarán mientras se cumpla el acuerdo y los impuestos a los productos nacionales no serán más altos que el común, es decir, que los empresarios no tendrán que preocuparse por aumentar los precios.
Sin embargo, las restricciones de las visas y las inspecciones en los aeropuertos seguirán firmes hasta que el primer grupo de deportados colombianos llegue a territorio nacional. O sea, todavía no está disponible el agendamiento de citas para el visado americano para los colombianos, por lo que se espera que la embajada estadounidense continúe cerrada para esos trámites.
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La presión internacional y las tensiones diplomáticas pusieron en alerta a Colombia. Hasta el momento y luego del acuerdo, el presidente colombiano no ha hecho ningún comentario.