El Papa Francisco falleció este lunes 21 de abril, a la edad de 88 años, en su residencia de la Casa Santa Marta del Vaticano.
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El cardenal Kevin Farrell, Camarlengo de la Cámara Apostólica, fue el encargado de anunciarlo en un vídeo, acompañado del secretario de Estado, Pitro Parolin, y el sustituto de la secretaría de Estado, Edgar Peña Parra.
“Queridos hermanos y hermanas, con profundo pesar debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana (hora del Vaticano) el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre”, comunicó el Camarlengo.
“Con inmensa gratitud por su ejemplo como verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino”, añadió.
El Pontífice murió un día después de su última aparición en público, que fue en el Domingo de Resurrección. Se asomó al balcón principal de la basílica de San Pedro para impartir la bendición ‘Urbi et Orbi’.
“Hermanos y hermanas, buena Pascua”, dijo el Papa a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro desde su silla de ruedas. Francisco se encontraba convaleciente recuperándose de la neumonía que le mantuvo en el hospital Gemelli de Roma durante más de un mes.
Tendrá un funeral sencillo
El papa Francisco simplificó el pasado mes de noviembre el ritual de los funerales pontificios eliminando, entre otras, la tradición de los tres ataúdes, el catafalco, el báculo papal o los tratamientos más allá de obispo.
Así se refleja en la segunda edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, el libro litúrgico que guía el funeral del papa y que fue editado y publicado por la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice.
Francisco, que recibió el primer ejemplar del volumen impreso el 4 de noviembre de 2024, aprobó su publicación el 29 de abril de 2024.
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Tal y como subrayó el pasado mes de noviembre el maestro de las Celebraciones Litúrgicas de los Pontífices, el arzobispo Diego Ravelli, se hizo necesaria una segunda edición “porque el papa Francisco pidió simplificar y adaptar algunos ritos para que la celebración de las exequias del Obispo de Roma expresara mejor la fe de la Iglesia en Cristo resucitado”.
Una de las principales novedades es la indicación de una posible inhumación en un lugar distinto de la basílica vaticana, porque Francisco expresó su deseo de ser enterrado en la basílica de Santa María la Mayor de Roma.
Se mantienen las llamadas tres estaciones que preceden al ritual de exequias, es decir, los pasos que deben darse tras la muerte de un Pontífice, aunque en la primera estación se indica que la constatación de la muerte se realizará en su capilla privada, en lugar de en la habitación donde falleció e inmediatamente el cuerpo se depositará en el único ataúd de madera con el interior de zinc, antes de ser trasladado directamente a la basílica.
Anteriormente, el cuerpo del Papa se trasladaba a la capilla del Palacio Apostólico, ya que allí residía el pontífice, pero Francisco vivió en la residencia de la Casa Santa Marta, por lo que se eliminó este paso.
En la basílica vaticana, el cuerpo del Papa difunto se expondrá directamente en el féretro abierto para la veneración de los fieles, pero no en un catafalco (el armazón recubierto de vestiduras que se coloca en la Iglesia para unas exequias solemnes) como había sido hasta ahora y tampoco se colocará el báculo papal junto al féretro durante esta exposición.
Por último, en la tercera estación, que incluía el traslado del féretro al sepulcro y el entierro, se elimina la tradición de enterrar a los Papas en tres ataúdes: uno de ciprés, un segundo de plomo y un tercero de roble.