Los amantes del fútbol en alguna oportunidad vieron a Fredy Guarín demostrando su talento en un campo de juego. Es recordado por ser un jugador bastante carismático y un mediocampista goleador. No obstante, con el paso del tiempo, las redes sociales empezaron a mostrar a otro Fredy, uno que se estaba dejando llevar por los excesos.
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Sin embargo, nunca es tarde para darle un giro a la vida y ahora, con 38 años, el exfutbolista de la Selección Colombia llora como un niño o por lo menos así se dejó ver en medio de una entrevista con el programa ‘Los Informantes’, donde expresó su arrepentimiento por los errores del pasado.
El oriundo de Puerto Boyacá, sobresale por la enorme sonrisa que siempre lo acompaña y deja claro que sigue siendo un campeón, pero uno que hoy en día le gana los duelos a las adicciones.
Fútbol y alcoholismo
“Empecé a ganar mi nombre en Italia, ya empezó un poco el tema fuera del campo (...) Yo lo manejaba muy bien, me emborrachaba dos días antes del partido y llegaba y funcionaba, ganábamos, hacía uno o dos goles. Trabajaba más que cuando no tomaba. El cargo de conciencia. Tomaba en la casa, en la discoteca, en el restaurante. Me buscaba parche. El entorno, champaña arriba, las mejores modelos. Tenía mi familia, ahí era la vaina jodida y sabía que estaba haciendo mal, tanto en lo laboral como en la responsabilidad familiar”, confesó Guarín llorando.
Sin rumbo fijo
“Perdí el objetivo de un hogar, perdí el objetivo del fútbol. Sentía que no había límite. Estaba metido del todo en el alcohol. Nos dijeron con mi representante, ‘hay que sacarlo de aquí, ya no puede seguir más aquí en Milán’”, agregó el deportista, quien ajustó más de 6 meses sin tomar alcohol.
China, un mundo de lujos
“Me pagaban en euros y allá sí me degeneré alcoholicamente del todo. Me levantaba, iba a entrenar y después del entreno, alcohol. Descansaba un poco, entreno y así era todos los días. Yo llevaba a los amigos de Italia, a los amigos de Colombia, a mi parche para China. 16 personas me llevé una vez. No tenía noción de la plata, ganaba mucho dinero. La plata la mandaba toda para Europa y vivía con los premios. Me daba una vida de lujos. Noche, rumba, yates, aviones, regale plata”, manifestó Fredy.
Abusos en Brasil
“Fueron 6 meses que me hicieron sentir el hombre más feliz del mundo en un campo (...) 50, 60, 70 cervezas en una noche. Llega la pandemia, no había entreno, no había grupo, no había fútbol. No había temor. Me iba para la favela, estaba con cualquier chica, me abandoné por completo, borracho me iba a buscar peligro. Yo le decía adrenalina, a ver armas, movimiento. Sí (alcanzó a tener armas). No medía riesgo”, dijo.
Pensó en quitarse la vida
“Fueron fuertes esos 10 días, me la pasé borracho 10 días por completo. Me quedaba dormido del cansancio y me levantaba con la cerveza al lado y me emborrachaba otra vez. Vivía en un piso 17 y me desconecté de la vida y mi reacción fue mandarme. Había una malla en el balcón, salté y me devolvió. Yo inconsciente de lo que estaba haciendo no sé qué pasó. En esos tiempos se hablaba que el covid lo mataba a uno, mi mente era muerte, muerte todo el tiempo. Yo solo, con mi problema de adicción. Sabía que en cualquier borrachera iba a morir... Era la muerte o la cárcel (...) Nadie sabía, solo mi circulo mis amigos, pero estalló de esa forma”, concluyó.
Una nueva oportunidad
Alejado de las canchas y reconociendo que tenía un problema, Fredy Guarín contactó a su profe Liliana Rodríguez, quien le dio clases en el colegio. Ella se encontraba dedicada a su fundación y clínica de rehabilitación.
Esta mujer, que fue como un ángel en la vida del exfutbolista, le brindó su apoyo y, desde hace varios meses, la vida del exjugador del Saint-Étienne, Porto e Inter de Milán, entre otros clubes, es otra en su refugio en Envigado, Antioquia, donde vive y goza de otro tipo de placeres como cuidar de sus caballos mientras disfruta de su sobriedad.