Cuando un ejemplar de mono cariblanco llegó al Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación de fauna silvestre CAVR del Área Metropolitana, los profesionales veterinarios quedaron aterrados con la crueldad a la que fue sometido.
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El monito, que apenas tenía unos meses de vida, estaba sucio y descuidado, estaba delgado, deshidratado y con una diarrea persistente, al parecer, por una mala alimentación.
Lo más doloroso es que todos sus dientes estaban fracturados, al parecer, para evitar que se defendiera. Era tal su condición, que ya tenía infecciones persistentes en las encías.
Casos como estos llegan constantemente a este centro, que se encarga de atender a los animales silvestres, en su mayoría, víctimas de tráfico de fauna, una práctica que se aumenta en los días de Semana Santa.
¿Por qué hay más tráfico de fauna silvestre?
Por estos días, a las autoridades les toca ponerse las pilas en varios frentes: no es solo cuidar las carreteras y ciudades ante la ola de turistas, sino también revisar que entre las maletas de los viajeros no haya una tortuga icotea, una iguana, o un cangrejo azul.
Estos animales son mayormente traficados por estos días, ya que en varias zonas del país se tiene por costumbre optar por otro tipo de carnes que no sean rojas, pero en vez de irse por el típico pescado buscan estas opciones exóticas.
Para la muestra un botón, nada más en los primeros días de Semana Santa la Policía de Urabá reportó el rescate de 200 especies en vía de extinción que estaban siendo transportadas para ser traficadas.
En su mayoría fueron cangrejos y tortugas, que fueron llevados a un centro especializado. Dos personas fueron capturadas.
En el área metropolitana del Valle de Aburrá, además, durante la semana previa a Semana Santa se logró la incautación de 28 especies de fauna silvestre y 3 de fauna acuática, así como la recolección de 10 animales más, entregados de manera voluntaria por ciudadanos comprometidos con la conservación ambiental.
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No sobra recordar que este acto, aunque para muchos puede ser tradicional y hasta normal, es considerado un delito, por lo que si lo pillan con una especie de fauna o flora considerado en peligro, le pueden caer una pena de prisión de entre 4 a 9 años de prisión y una multa de hasta de $ 50 millones.
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