“Y nadie pregunta si sufro, si lloro, si traigo una pena que hiere muy hondo”. Así, como dice la canción de salsa del cantautor puertorriqueño Héctor Lavoe, es el mundo de muchas de las personas que por x o y motivo frecuentan o habitan las calles del barrio Estación Villa, una de las zonas de Medellín más peligrosas. Cada persona es en su cuento, interactúan por necesidad o por trabajo, pero de amigos muy poco, solo conocidos.
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Q’HUBO pasó una noche en este complejo sector del Centro y fue testigo directo de cómo los habitantes en condición de calle se les va la vida consumiendo drogas; también como las trabajadoras sexuales abordan en gavilla a los clientes, en algunas oportunidades para sustraerles las pertenencias; la amplia oferta gastronómica callejera; los jíbaros en cada esquina a la espera de clientes y en la jugada con al Policía, y las personas que se rebuscan su sustento diario reciclando, vendiendo dulces o cualquier prenda de vestir.
Antecedente:
Así me fue
Llegué el pasado martes a las 7:30 de la noche a la estación Prado del metro. Al comenzar a caminar por la calle Bolívar me encontré con largas filas en los paraderos de buses que conducen al nororiente del distrito, a los carretilleros andando por las calles o aceras vendiendo revuelto, puestos en la calle comercializando pescado y a las trabajadoras sexuales con ropa corta y muchas de ellas sin brasier, porque como dice el adagio popular, “la que no muestra no vende”.
Seguí con mi camino hasta donde pude, puesto que una me abordó y me dijo: “Hola pollito, tengo algo para ti”. Sin rodeo alguno me ofreció sus servicios, le pregunté a cómo el rato y me dijo que $ 60.000 con la habitación incluida. Le comenté que siempre estaba caro, por eso como buen paisa pedí rebaja y me dejó el rato en $ 50.000, pero luego tanto tire y afloje me marché del lugar sin decir el por qué.
No todo es droga
Con el pasar de las horas calles como Bolivia, Tenerife y la avenida de Greiff se iban quedando solas, en cambio Cúcuta, las inmediaciones de la Plaza Rojas Pinilla y el ‘Bronx’, no. En este último lugar y los alrededores reinaban los habitantes en condición de calle, algunos estaban acostados en improvisados cambuches, otros sentados en las aceras consumiendo bazuco y varios con un fogón de leña encendido.
Hablé con uno de ellos sobre su vida mientras preparaba un chorizo con maduro, arroz, tomate, papas y cebolla. Contó que hace años cayó a la calle, se dedicó a consumir droga y a reciclar, además me aconsejó diciéndome que nunca probara las drogas, porque la calle es lo peor.
No fue egoísta con la comida, la compartió con los 2 compañeros que lo acompañaban y luego le facilitó el fogón a otro hombre que había llegado de Venezuela, a habitar las calles de esta zona de la ciudad, huyendo de la complicada situación por la que atraviesa el vecino país.
Variada oferta
Hablando de comida, observé que en el barrio venden comida rápida para todos los gustos, además noté que uno de los más apetecidos era la arepa frita con salchichón cervecero o butifarra, también estaban las presas de pollos apanadas, los perros, hamburguesas, chuzos y los famosos chorizos ‘no me olvides’, cuyo olor perfectamente podía sentirse a una cuadra.
En cuanto a las discotecas, de los pocos lugares que no cerraban, con el pasar de los minutos se fueron llenando de hombres que deseaban tomarse una cerveza para estos calores o compartir con alguna de las chicas, las cuales estratégicamente buscaban la forma que el cliente gastara y, por qué no, hicieran el amor con ellas.
Pero mientras esto pasaba en el interior, a las afueras había un grupo de 3 o 4 jóvenes en la jugada con las mujeres y vigilando que todo marchara en orden, mientras se tomaban una cerveza.
18 homicidios se registraron en el barrio en 2023.
Amistad
Pero en el sector no todo es drogas, sexo o alcohol, a pesar que cada uno se encuentra en su mundo, existe la solidaridad entre los vendedores ambulantes, trabajadoras sexuales y comerciantes. Entre la gran mayoría se colaboran y están dispuestos a servir, hasta donde es posible.
Eso sí, el forastero que no conoce la zona puede llevar del arrume fácilmente, si da papaya puede ser atracado por uno que otro malandro que está observando los movimientos de la víctima y esperando el momento adecuado para hacer de las suyas.
Pero no la tienen fácil los amigos de lo ajeno, el motivo es porque en la zona hay presencia de la Policía Nacional. Aparte de los patrullajes, hay sectores, especialmente en las zonas de tolerancia, donde se parchan 2 o 4 uniformados a observar el entorno y evitar problemas, como fue el caso de una mujer quien, luego de hablar durante varios minutos con quien aparentemente sería su compañero sentimental, iba a ser agredida por este.
Y es que la tolerancia en el sector es muy poca, la situación más insignificante puede desatar una riña. Para la muestra, un botón: una pareja que cruzaba la avenida de Greiff hacia la Plaza Botero, por poco acaba atropellada por un taxista. La reacción tanto del conductor como el acompañante de la mujer, fue un intercambio de insultos, amenazas y hasta intento de golpes, sin embargo el taxista mejor se marchó en medio de la calentura.
En mi caso, por poco soy víctima de una imprudencia vial cuando pasaba la misma vía y todo por cuenta de un taxista que cruzó la cebra con el semáforo en rojo. A diferencia del caso anterior, yo opté por quedarme callado.
249 barrios y 5 corregimientos tiene Medellín.
Mucha soledad
Continué mi recorrido por las calles de este popular sector de la ciudad, conformado por 10 cuadras de negocios como moteles, hoteles, discotecas, licoreras, talleres de moto, panaderías, acopios de reciclaje, parqueaderos y uno que otro supermercado.
Pasada la medianoche fui otra vez testigo de la soledad comercial en la gran mayoría de cuadras, especialmente de aquellas que se están en los alrededores del Centro de Traslado por Protección, ubicado sobre la carrera 57 con la calle 57B, lugar donde la semana anterior se fugaron varios delincuentes y un policía fue asesinado.
Eso sí, el ‘Bronx’ continuaba con su funcionamiento cotidiano. Varios de los que residen allí seguían en las aceras drogándose, otros deambulando de un lado a otro, algunos durmiendo, uno quemando cobre y otro pidiendo dinero para bazuco, cuyo costo es de $ 1500 o 2000 pesos, o para un cigarrillo de marihuana, cuyo valor alcanza los $ 4000 o 5000 pesos, dependiendo la plaza de vicio y el cliente.
En cuanto a las esquinas, la avenida de Greiff con Cúcuta y Cundinamarca, la música era la protagonista, al igual que los taxis estacionados a lado y lado de la calle, sin nada que envidiarle a los acopios de un centro comercial. La mayoría de conductores, conocidos entre sí, tomaba tinto, charlaban y se reía, a la espera de alguna persona para movilizar. Pero no eran los únicos que esperaban pasajeros, estacionados sobre todo Bolívar y a la altura de Caracas, permanecían varios buses de las rutas Popular y Santo Domingo Savio.
Ambiente pesado
La madrugada seguía y por ende el sector se volvía más peligroso. Varias personas con las tuve la oportunidad de conversar sin comentarles que era periodista, me advirtieron que tuviera cuidado al transitar por la zona, en especial por la Plaza Botero, aledaña al barrio Estación Villa, porque cuando la Policía no está, acostumbran a salir 2 o 3 delincuentes con cuchillos para robar o si la víctima se queda dormido en una de las bancas es despojado de sus pertenencias.
Pero no son los únicos amigos de lo ajeno que están a la expectativa, quienes conocen muy bien la zona, contaron que hay mujeres que aparentan ser trabajadoras sexuales, escopolaminan a la persona, le hurtan todo lo que llevan consigo y la dejan en la calle desorientada.
7 situaciones de lesiones personales se han sucedido.
Otra ronda con sorpresa
Después de 2 cervezas, haber calmado la sed y compartir con 3 adultos mayores, pasadas las 2:00 de la madrugada volví a caminar por las calles de esta zona y sentí que llamaba más la atención porque era muy complicado que un mono de ojos verdes pasara desapercibido por más que lo intentara, sumado a que gran parte del público flotante ya no estaba.
A esa hora solamente funcionaban unos pocos bares, una que otra panadería y algunos puestos de comida, los cuales lucían abarrotados de clientes que buscaban calmar su apetito después de la jornada laboral.
A mí también me dio hambre, me acerqué a una panadería pero solo quise pedir un tinto y me senté a observar las dinámicas de las inmediaciones de la avenida de Greiff. Pero mientras los habitantes de calle se acercaban a pedirme algo de comer o dinero, sentí un temblor, la empleada y yo nos miramos fijamente y salí corriendo. Ya estando en la calle me percaté que era de las pocas personas que lo había sentido porque nadie más corrió y las personas siguieron en su cuento.
Finalmente, cansado de tanto caminar y observar detalladamente el cambio de ambiente entre el comercio tradicional y la rumba pesada marcada por drogas, alcohol y sexo, faltando 15 minutos para las 3:00 de la madrugada tomé un taxi y me fui para mi casa, no sin antes pensar que el haber caminado dicho sector solo y a altas horas de la noche, había sido bastante peligroso, pero a pesar de ello había valido la pena.
1 caso de extorsión se ha presentado en el barrio.
Parte de su historia
Es uno de los 17 barrios y 3 áreas institucionales que conforman la comuna 10, La Candelaria. Limita con los barrios Villanueva, Prado, Jesús Nazareno, El Chagualo, San Benito y La Candelaria.
Su nombre surgió debido al paso del Ferrocarril de Antioquia por el sector, puesto que allí fue construida la estación Recadero Villa, en homenaje a Recaredo de Villa y Piedrahíta, un político y banquero colombiano, nacido en Medellín y presidente del Estado Soberano de Antioquia entre 1873 y 1877.
En 1915 y luego de la construcción de la estación, la zona se convirtió en un referente de ciudad y surgió el barrio Estación Villa, conformado por empresas del sector textil. La estación y el barrio motivaron el auge constructivo en la capital antioqueña, especialmente hacia el noroccidente de la ciudad.
2 carros han sido hurtados en este sector en 2 meses.
Duro con el ‘Bronx’
En los 2 primeros meses de este 2024, la Policía y la Secretaría de Seguridad, en compañía de Emvarias, ha intervenido en 5 oportunidades el famoso ‘Bronx’, habitado por habitantes en condición de calle, ubicado entre las calles Cúcuta con La Paz.
La última intervención ocurrió la mañana del pasado lunes. Ese día las autoridades incautaron 605 gramos de base de cocaína, 140 cigarrillos de marihuana y 1200 gramos de bazuco. Adicionalmente fueron recolectados 6 metros cúbicos de material voluminoso en una volqueta y 5 toneladas de basura en un carro compactador.
3 homicidios lleva este año el barrio Estación Villa.