EN IMÁGENES: Drama del Pitufo en la cárcel: Familia del Pipa de Ávila clama ayuda al Gobierno Petro

La noticia que les traemos hoy no es de goles ni de gambetas, sino de un drama que toca muy de cerca a una leyenda de nuestro fútbol: Anthony ‘el Pipa’ de Ávila, ese goleador imparable que nos hizo vibrar con la camiseta del América de Cali y la Selección Colombia, está viviendo un verdadero infierno en una cárcel de Italia, y su familia está desesperada pidiendo ayuda.

Antecedente: “No veo la hora de abrazarlos a todos porque soy inocente”, Pitufo de Ávila

Después de 3 años tras las rejas, la gente cercana al Pipa está con el alma en un hilo por las condiciones en las que vive en la prisión de Poggioreale, en Nápoles, conocida como la “cárcel de la Camorra”. Imagínense la situación: ese lugar, diseñado para 1680 internos, hoy tiene casi el doble; eso se traduce en hacinamiento extremo, un ambiente de deterioro que salta a la vista y, lo más preocupante, denuncias de torturas y maltratos. Sí, leyeron bien, torturas...

Organizaciones de derechos humanos y el portal Liberties ya habían destapado la olla (2015-16) con informes escalofriantes: hablan de investigaciones por secuestro, lesiones, maltratos y hasta abuso de poder dentro de Poggioreale. Y el dato que pone los pelos de punta es la mención de una tal “Sala Cero”, un espacio de aislamiento donde, supuestamente, torturan a los reclusos. Esto ha llevado a cifras alarmantes de suicidios, con internos que, según el medio, prefieren ese trágico final para escapar de los abusos. Todo parece Una pesadilla.

Fue el periodista Javier Hernández Bonnet, quien puso sobre la mesa el clamor de la familia del Pipa. “Hace pocos minutos recibí una llamada de alguien muy cercano a la familia de Anthony ‘el Pipa’ de Ávila, está viviendo un drama en la cárcel de Nápoles”, reveló Bonnet. La meta de sus seres queridos es que el Gobierno de Gustavo Petro mueva sus fichas y se logre un convenio con Italia para que Anthony pueda terminar de pagar su condena en una cárcel colombiana, ya sea en Bogotá o Cali.

Recordemos que el Pipa fue capturado en septiembre de 2021 por un chicharrón de tráfico internacional de drogas, una condena que le cayó en ausencia en 2004. Fue declarado culpable y sentenciado a 12 años de prisión en Europa, sin ningún beneficio de rebaja de pena. Su abogado, Fabrizio de Maio, ya había advertido que las chances de un beneficio eran casi nulas en el rígido sistema judicial italiano para este tipo de delitos. Así que, si no hay un ‘milagro diplomático’, el Pipa estaría tras las rejas hasta 2033.

Bonnet, con la preocupación en su voz, dejó abierta la pregunta sobre si Colombia e Italia tienen este tipo de convenios para el traslado de presos. Al parecer, algunos países prefieren “descargar la responsabilidad” de mantener a un ser humano y optan por enviarlo de vuelta a su país de origen.

La cruda realidad es que, según lo que le han contado a Bonnet, la cárcel donde está el Pipa es “infrahumana”, con escasez de agua la mayor parte del día.

Un ídolo del fútbol colombiano, de 62 años, está pagando sus errores en un lugar que organizaciones sociales califican de “colapso” y “uno de los más peligrosos de Europa”.

La situación de De Ávila está rodeada de incertidumbre. Sus familiares, con el corazón en la mano, le han expresado a medios como ‘Las 2 Orillas’ su profunda preocupación por su estado físico y emocional, viendo las denuncias de maltrato. El problema es que no existe un convenio de extradición o traslado de presos entre Colombia e Italia, lo que, según su abogado, lo condena a seguir en Poggioreale.

El caso del Pitufo ha generado revuelo en el mundo del deporte y la sociedad. Incluso Tulio Gómez, el dueño del América de Cali, ha salido en defensa de De Ávila, sugiriendo que “anduvo mal acompañado”, recordando un arresto anterior en Italia por estar con personas con antecedentes penales, aunque en esa ocasión fue liberado.

La vida de este que fue un genio con el balón se ha transformado en un testimonio de aislamiento y precariedad. La poca información sobre su bienestar solo aumenta la angustia. Su familia, agotando todos los recursos, ha vendido propiedades para financiar su defensa legal y ha pedido, sin éxito, el apoyo de las autoridades colombianas o de los clubes donde dejó huella.

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